martes, 25 de febrero de 2014


El niño que no quería estudiar


Carlos era un niño que no quería ir a la escuela. Prefería jugar en la calle y correr los caminos mientras el resto de niños iba a la escuela. Él pensaba que la escuela era aburrida y que los maestros castigaban a los niños.

 Un día Carlos encontró en el suelo un billete de diez soles y decidió irse de paseo. Subió a un micro y, como el cobrador no tenía para darle vuelto, lo hizo bajar en un lugar que no conocía. Caminó y caminó, pero no sabía qué micro debía tomar para regresar a su casa. Al poco rato sintió hambre y decidió comprar galletas, pero como no sabía leer se metió a una farmacia, pensando que era una bodega. Por fin, preguntando llegó a una tienda. Compró galletas y caramelos, pero como no sabía sumar, no se dio cuenta de que le dieron mal el vuelto. Mientras caminaba se le acercó un viejecito que le dijo:- Niñito, necesito tu ayuda ya que no veo bien, voy a visitar a mi nieta y quiero que me leas esta dirección. Con mucha pena, Carlos le dijo al viejecito que no sabía leer. Cansado de caminar, llego a una plaza en la que muchos niños jugaban. Se acercó a uno de ellos y conversaron un rato.

Su nuevo amigo le preguntó dónde estudiaba, a lo que Carlos contestó:- Yo no voy a la escuela. Las escuelas son aburridas. El niño le dijo: Estás equivocado. En la escuela, además de aprender muchas cosas, encuentras amigos con los que te diviertes y puedes jugar. Después de un rato, con la ayuda de su amigo, Carlos pudo tomar un micro de regreso a su barrio. Antes de llegar a su casa se topó con un letrero que decía “peligro”, pero

como no sabía leer, casi se cae en un hoyo. Ese día Carlos comprendió que ir a la escuela es importante.